“Caminando a Coach”

Por: Esteban Michelena (alumno de la 1era Generación de Coaches Deportivos en Quito, Ecuador)
twitter: @atacamestonic

En una de las experiencias más dolorosas de mi vida, acompañé a un ser querido a su segunda operación de ligamento cruzado, en su rodilla izquierda. El camino de su habitación hasta quirófano, fue eterno. Mientras crujían las llantitas de la camilla, el joven sudaba en sus labios y tenía empapadas sus manos. Se me bajó la presión. No solo había el riesgo de perder continuidad en el equipo, donde había arribado a Capitán. Eso sería lo de menos. Yo pensaba en que sería de la vida de este chico, sin su pelota, sin la cancha, sin sus goles; fuentes de su alegría, de su placer, de su efímera realización humana. Con un puñado de arena trabando mi corazón, pensé que esto era demasiado cruel. ¡Y no supe qué decir! Ni esa tarde, ni durante largos días. ¡Yo, un tipo que ha vivido de la palabra!

Alguna amiga me venía hablando, hace algún tiempo, de los procesos de coaching y el aprendizaje y uso de la programación neurolingüística. El poder de la palabra ya no solo al servicio de la belleza, el arte, el conocimiento, el goce. Ahora estoy conociendo a la palabra acudiendo en bien de la vida, la realización y sueños de las personas. ¡Qué maravilla!

Cuando supe de la Certificación Internacional de Coaching Deportivo que Sport Coaching Ecuador traía a Sports Coaching World de México emprendí un gran esfuerzo para no perdérmelo. Y acerté. La madrugada del pasado viernes 13 de noviembre, tomé el primer vuelo de Quito a Guayaquil. Para ese medio día, en la histórica sala de reuniones de FEDENADOR, ya habíamos ganado en confianza entre los del grupo, dispuesto a sacarle todo el provecho posible a la sabiduría y experiencia de Memo Cárdenas, coach experto y ganador mexicano, especialista con el ascenso de un club a primera a su haber, entre otros méritos.

Y empezó el aprendizaje, real, duro, concreto. Es cuando uno valora la existencia de un método, de unos procesos de enseñanza: a los tiempos, una cita cierta con nuevos conocimientos, sorpresas y sentimientos. Me preparo ahora para, con el resguardo de la ciencia, acompañar las pequeñas y bellas épicas cotidianas de la gente, de los deportistas, de un lesionado.

Los dos primeros días de comparecencia a este nuevo sueño, sumaron frases y ejercicios memorables. Cuando vi el vídeo de Iniesta, volviendo de su lesión, me salí al baño a llorar. Tampoco olvidaré cuando un compañero, sin saberlo aún, se “programa” para pesar y fluir como una pluma o volverse una estatua de roca. Pues ocurrió y lo constaté: el poder de la mente, la capacidad de un cerebro enfocado a una determinada situación. ¡Vaya!

Se trata ahora de seguir aprovechando al máximo. Me impulsa la convicción de que llegaré a acompañar y fortalecer la certeza de que se pueden derribar creencias y pulverizar paradigmas: algo donde, personalmente, hallo el mejor ejemplo en lo que, a su manera, lograron los pioneros jugadores ecuatorianos de fútbol que nos llevaron a un mundial. Y para mi fortuna, uno de esos íconos, Luis “Chino” Gómez, es compañero de aula.

El coaching es el arte de preguntar, se basa en esa habilidad. Y en el desafío de poner a jugar, en el intento, los cinco sentidos: escuchar al cuerpo, entender el lenguaje no verbal, traducir el lenguaje silencioso de los rostros y los gestos. También refrendé mi convicción de que un grupo de futbolistas, empresarios, trabajadores; requieren agruparse en torno a íconos, frases, himnos, divisas, entre otros que nos recuerden pertenencia y objetivos comunes.

¿Qué dice un DT a sus chicos, antes de esa final que les dio el título? ¿Cómo lo dijo? ¿Con qué énfasis y palabras? ¿Y lo que él dijo, fue lo que, al final, escucharon los muchachos? Me hallo ahora ante un escenario apasionante: fortalecer mis propias ideas y deseos de servicio al otro, pero con el respaldo de hacerlo profesionalmente. Contando con el rigor de la ciencia, el orden y prolijidad de un método, el efecto del conocimiento.

Entonces, uno celebra y agradece el arribo de esta certificación hasta vocaciones y talentos de mi país. Hay trabajo, mucho. Hay esfuerzo, hay alegría. Es cuando valoro la entrega de Memo, jugándose ante sus alumnos hasta los descuentos del partido. O la dedicación y profesionalismo de Paulo César Conforme, pendiente de cada detalle. Sonrío. Miro a mis compañeros sudar la gota gorda. Y a todos les grito, mi propia frase: ¡Vamos por más, ahora!

Esteban Michelena

“Llevo a mi país en la boca de mi corazón y en el fuego de mi alma. Amante del fútbol y las historias.”
@atacamestonic